En esta entrada, plasmaré
las dinámicas de grupo realizadas durante las sesiones a lo largo del curso.
Describiré en qué consistieron y mis sensaciones percibidas en cada una de
ellas.
1. Presenta a tu compañero.
Con motivo de ser el primer día de clase de
esta asignatura, comenzamos la sesión con una dinámica de grupo en la que ambas
especialidades (pedagogía y coreografía) nos unimos para desarrollarla de
manera común.
Nos colocamos sentados en un círculo grande
el grupo de clase completo y la dinámica consistió en cada uno tener que
presentar a su compañero de la derecha, por lo que dispusimos de escasos
minutos para ponernos de acuerdo en lo que cada uno iba a decir del otro.
Todo el grupo presentó a su compañero de al
lado de manera muy positiva, es decir, resaltando de cada uno sus aptitudes o
lo que a ambos los unía (compañeros de piso, mejores amigos, etc). Sobre todo
hubo risas, complicidad y un poco de nervios y vergüenza por parte de aquellos
que nos cuesta más hablar en público, pero en general se respiró muy buena
energía positiva entre todo el grupo.
Sinceramente, me gustó bastante esta
dinámica, pues considero que la finalidad de la misma era la de crear un buen
ambiente de grupo, así como la unión del mismo, conociéndonos todos un poco
más, a pesar de que en este caso, somos compañeros desde hace tres años, pero
siempre se tiene más afinidad con unos que con otros. También pienso que se
trabajó en esta dinámica quitar un poco las vergüenzas y el nerviosismo,
haciéndolo más fácil, pues pienso que para las personas tímidas, como yo,
siempre nos será más fácil, o nos dará menos vergüenza, si en lugar de
presentarnos a nosotros mismos presentamos a nuestros compañeros, personalmente
es algo que pude comprobar, pues en la explicación de la dinámica, me relajó el
hecho de que no tendría que presentarme yo misma, sino a mi compañera Cynthia,
que además es mi amiga, por lo que me tranquilizó bastante, aunque hablar en
público siempre es algo que me sigue costando mucho y no puedo evitar ponerme
nerviosa, por lo que necesitaré práctica para poder mejorar.
Tras esta primera dinámica, pasamos a una
segunda, formando un círculo concéntrico, de manera que cada uno quedaba frente
a un compañero. Con el compañero que te tocaba frente a frente disponíamos de
unos minutos indicados por las profesoras para contarle aquello que
quisiéramos, una vez indicaban “cambio”, serías tú quien tendrías que escuchar
atentamente a tu compañero. Una vez volvieran a indicar otra vez “cambio”, las
personas que formaban el grupo de fuera, tendrían que rotar hacia su derecha y
quedar frente a otro compañero distinto, volviéndose a repetir el proceso.
Tras la explicación de la dinámica, me
sentí un poco nerviosa y con vergüenza al pensar en el hecho de que había
compañeros con los que no tengo tanta confianza, quizás ninguna, y me
preocupaba qué iba a hablar con ellos, qué les iba a contar. Conforme se
desarrollaba la dinámica me sorprendí bastante, pues con aquellas compañeras
que considero muy amigas, al colocarme frente a ellas y tener que contarles
algo me resultó muy difícil, pero por el hecho de que no sabía qué contarles,
pues lo sabían todo, quizás si no fuera “obligado”, la conversación fluiría
sola, sin pensarlo, pero ambas nos quedábamos bloqueadas, y fue algo que como
he dicho, me sorprendió mucho, pues con aquellos compañeros con los que no
tenía tanta confianza o ninguna, me ocurrió totalmente lo contrario, se me hizo
incluso corto el tiempo que teníamos que permanecer hablando, y es que para
iniciar la conversación, aproveché que hacía escasas semanas que habíamos
realizado las prácticas externas para contarles a todos cómo había sido mi
experiencia.
Tengo que decir que fue algo muy
sorprendente y una lección para mí, me sentí orgullosa de que había sido capaz
y no me había supuesto un gran trabajo, o incluso pasar un mal rato, todo lo
contrario, me lo pasé genial.
Como conclusión de estas dos primeras
dinámicas de grupo, he de decir que me han parecido muy interesantes y útiles
de realizar como futura docente en la primera sesión de curso, con la finalidad
de “romper el hielo” el primer día de clase y crear confianza entre compañeros,
también eliminar vergüenzas en aquellos alumnos más introvertidos y que les
cueste más relacionarse, crear un ambiente de grupo positivo y sobre todo y muy
importante, fomentar la unión del mismo.
2. Un regalo de felicidad.
Para esta dinámica las profesoras
repartieron a cada uno un papel en blanco donde tendríamos que escribir a cada
compañero un mensaje positivo, en el que destacáramos sus cualidades y lo que
más nos gustara de ellos, personalmente hablando. Dispusimos de unos minutos y
las profesoras procedieron a la recogida de los mensajes.
Varias semanas después, los papeles fueron
entregados en una de las sesiones de clase para que fueran leídos en voz alta
por cada uno. No pude asistir a clase el día que se procedió a la lectura de
los mensajes y leerlo junto con mis compañeras, pero los recibí y leí días
después. Fue muy emocionante leer todos esos mensajes anónimos cargados de
palabras bonitas de mis compañeros, me llenaron de ilusión y felicidad.
Este tipo de dinámicas deberían repetirse a
menudo en las aulas, donde se crearía un ambiente de clase lleno de energía y
retroalimentación positiva, de compañerismo y favorecería en la autoestima de
los chicos. En definitiva, la finalidad de esta dinámica sería la de dar y
recibir refuerzo positivo entre los propios alumnos dentro de un mismo grupo de
clase, algo muy efectivo entre los mismos, pues aprenden a ver en el compañero
sus habilidades y sobre todo comunicarlas, ya que considero que en las clases
de danza, los docentes en general, sólo suelen identificar o al menos, hacer
saber a sus alumnos, los aspectos negativos, y muy pocas veces los positivos,
por lo tanto sería una forma muy eficaz de crear en los alumnos motivación y
ganas de superarse, y además, si también reciben refuerzos positivos de sus
propios compañeros, evitando competencias, por ejemplo, algo tan presente en
las clases de danza, y haciéndoles saber que cada uno posee sus propias
habilidades y defectos, y se les dará mejor una asignatura que otra, por lo que
es muy positivo que sepan reconocer en sus compañeros no sólo los fallos, sino
también las cualidades.
3. Las etiquetas.
En esta dinámica no pude participar, pues
no pude asistir a clase, pero mis compañeras me comentaron detalladamente en
qué consistió la dinámica de las etiquetas y sus sensaciones
percibidas en ella.
Pues bien, la profesora colocó a cada una,
una etiqueta en la espalda, de manera que todas podían ver las etiquetas de las
demás, pero no las de ellas mismas. La dinámica consistía en tratar a la
persona según la etiqueta de su espalda. Encontrábamos diferentes
etiquetas, algunas de las más destacadas fueron:
1. “Dame la razón”. La
sensación percibida por mi compañera María con dicha etiqueta fue la de
sentirse mal, ya que el resto de compañeras se limitaban a darle la razón en
todo, por lo tanto, como se suele decir, María sentía que le estaban dando la
razón “como a los tontos”, sin apenas prestarle atención, cuestionarle o
debatirle algo, a todo respondían con un sí. Me comentó que se sintió en
ocasiones bastante mal, ya que no entendía por qué todo le decían que sí a
todo, pero que, dentro de lo que cabe, no le resultó difícil de llevar.
2. “Ignórame”. Creo que fue la peor etiqueta. Le tocó a mi compañera Ana
y su experiencia fue bastante mala, incluso me aseguró que llegó un momento en
que quería parar por sentirse bastante mal, ya que todas la ignoraban continuamente.
3. “Alágame”. Por el contrario, mi compañera Marina recibía en todo
momento halagos y comentarios positivos, sin embargo, también me comentó que se
sintió bastante mal, porque no le gusta recibir continuamente halagos de los
demás, pues llegó a agobiarse bastante.
Considero que el objetivo de esta dinámica
no es otro que tomar conciencia de la etiqueta que llevas y vivir la
experiencia de cómo la visión que tienen los demás de ti con el post-it que la
profesora te ha puesto, condiciona tu comportamiento de tal forma, que adaptas
tu forma de actuar a sus expectativas, y es que hay que tener en cuenta que las
etiquetas son muy peligrosas, pues el poder de éstas, transforman nuestra
actitud y nuestro comportamiento dentro de un grupo.
A continuación podemos ver un vídeo de un
experimento social muy emotivo acerca de las etiquetas sociales y cómo estas,
no siempre aciertan.
Tras ver el vídeo nos damos cuenta de la
fuerza que tienen las etiquetas y cómo éstas afectan negativamente en la
mayoría de los casos. Es la sociedad la que “encasilla” a las personas y
debemos aprender a no prejuzgar antes de conocer, o ser influenciados por la
etiqueta que le han puesto.
Es inevitable además, reflexionar después
de ver este experimento social sobre qué etiquetas solemos utilizar con las
personas, pero más bien, qué etiquetas nos ponemos nosotros mismos, cómo nos
condicionan y cómo condicionan el comportamiento de los demás contigo, y es que
considero de vital importancia para desarrollarnos plenamente, aceptar sólo las
etiquetas que queremos en nuestra vida y no aquellas que alguien nos quiso
colocar algún día y que nosotros permitimos llevar.
Esta dinámica quizás sea la que más me ha
hecho reflexionar sobre la importancia de aprender a decir que no a las
etiquetas y prejuicios que nos limitan en nuestro desarrollo personal y profesional.
- Verne. (2017, febrero, 2).
Este vídeo quiere recordar que las
etiquetas sociales no siempre aciertan. [Archivo de vídeo].
Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=fXBXOaLcMZg
4. La pecera.
En esta ocasión, la dinámica consistió en
dividirnos en dos grupos de unas cinco o seis componentes aproximadamente. El
primer grupo, formado por Cynthia Flores, Sara Dell Olmo, Lidia Martín, Marina
Torres y Sandra Carmona, eran las primeras en comenzar, y es que deberían
debatir sobre un tema en concreto durante unos quince o veinte minutos
aproximadamente, mientras el otro grupo observábamos y anotábamos los gestos,
si respeta los turnos de habla, el tono en el que habla, la forma de hablar, si
es correcta o no, si se involucra en la conversación, etc., para después
exponer entre todas aquello que habíamos observado en nuestras compañeras
mientras hablaban.
El tema sobre el que decidieron debatir fue
acerca de la polémica de la Casa Real que se ha hecho popular en todos los
medios de comunicación, donde Letizia, la reina, y su hija mayor, Leonor,
parecen no llevarse del todo bien con Sofía, reina emérita, debido a cómo las
cámaras captaron en un acto oficial, cómo Leonor apartaba con su brazo y de una
manera muy brusca a su abuela, mientras que Letizia por otro lado también
intentaba evitar que se produjera dicha fotografía.
Las componentes del grupo comenzaron a
hablar y debatir sobre el tema. Todas las observadoras estuvimos de acuerdo en
lo que anotamos de cada una.
Por un lado, pudimos comprobar que la que
inició la conversación e hizo un poco el papel de coordinadora, fue Sara, ya
que además de iniciar la conversación, si en algún momento veía que el diálogo
finalizaba, ella volvía a iniciarlo. Por otro lado, comprobé que Sara se
expresa muy correctamente, utilizando palabras muy técnicas, aunque comete el
fallo de hablar con un tono de voz muy alto, por lo que intenta siempre hablar
por encima de las demás con frecuencia, y a veces, interrumpía al resto.
Marina, hablaba en todo momento muy
relajadamente, sin alterar su tono de voz. Algo que comprobé mientras la
observaba, fue los muchos micro gestos que realiza no sólo cuando habla, sino
también cuando escucha atentamente, sobre todo sonríe continuamente y asiente
con la cabeza en todo momento, es bastante expresiva con su cara.
Cynthia, por su parte, es bastante
expresiva con su cara y sobre todo sus manos, gesticula muchísimo con ellas,
tanto, que llega a un punto de “agresividad”, de invadir el territorio del
resto. También habla con un tono de voz bastante elevado, hasta rozar el punto
de llegar a gritar, y como Sara, interrumpe a veces a las demás o intenta
hablar por encima de ellas.
Lidia, era quizás la que más mostraba su
indignación con el tema, pues su tono de voz era de enfado. También gesticula
bastante con su cara y sus manos, pero sabía respetar, junto a Marina, los
turnos de palabra. Ella, junto con Cynthia, fueron las que más discreparon con
Sara.
Por último, de Sandra, apenas pudimos
anotar nada, pues se mostró en todo momento fuera de la conversación,
reconociendo desconocer un poco el tema y no interesarle en absoluto, por lo
que no se le vio involucrada para nada en la conversación, sólo escuchaba atentamente
a sus compañeras.
Llegó nuestro turno, el segundo grupo,
formado por María Martín, María Kroh, Ana Belén Lastra, Sonia Vélez, Esther
Medina y yo, Lidia Victoria. El tema que acordamos debatir fue el de la
desmotivación continua por parte de los alumnos en el Conservatorio de danza de
Málaga, algo que nos indignaba e indigna bastante, por lo que todas
permanecimos de acuerdo en todo momento y nos apoyamos continuamente, aunque
cada una aportó su opinión personal.
Quizás porque fuimos el grupo “con ventaja” que antes fue observador y comprobamos los fallos en la comunicación del otro grupo, pero sinceramente, cada una de nosotras respetamos bastante el turno de palabra, hablábamos con respeto, sin alterar el tono de voz o hablar por encima de ninguna y se notó un gran cambio positivo con respecto al primer grupo. Quizás mi compañera María Martín por su fuerte carácter, era probablemente la que más mostró su indignación con el tema, elevando a veces la voz más de la cuenta y no dejando expresar a las demás libremente en alguna ocasión.
Mis compañeras observaron en mí una gran
expresividad en mi cara en todo momento, tanto cuando hablaba, como cuando
escuchaba, y es algo que me sorprendió bastante, pues no me doy cuenta de ello.
Sí quizás sabía que gesticulo bastante al hablar con mis manos, y ello también
me lo corroboraron.
Fue una dinámica genial, muy entretenida,
llena de risas y descubrimientos, pues creo que fue en esta dinámica cuando
todas de verdad observamos y escuchamos atentamente a nuestras compañeras,
percatándonos de si son expresivas o no, si respetan su turno de palabra, así
como el resto de cuestiones antes mencionadas. Además, La pecera me pareció
bastante interesante porque soy una persona que me gusta mucho observar a las
personas, más que hablar, por lo que disfruté mucho más haciendo de observadora
en esta dinámica que hablando.
Deduzco que la finalidad de esta dinámica
es la de posibilitar a aquellas personas que no suelen liderar los grupos, que
les cuesta más exponer sus ideas u opiniones, ser capaces de presentarlas y
argumentarlas. Por otro lado, ejercitar la argumentación de esas ideas y
opiniones, abordar temas desde diferentes perspectivas y sobre todo, saber respetar
la diversidad de pensamientos con un correcto uso de la comunicación oral.
5. Escucha activa.
La siguiente dinámica titulada “escucha
activa”, está bastante relacionada con la anterior, pero en este caso formamos
grupos de tres personas, de manera que una de ellas sería la que habla, otra la
que atiende y finalmente otra haría de observadora de ambas, anotando una serie
de cuestiones que son las siguientes:
1. Mantener contacto ocular con el que
habla.
2. Indicar que se escucha diciendo “sí” y
afirmando con la cabeza.
3. No expresar inicialmente el propio
acuerdo o desacuerdo, sino mostrar, simplemente que se ha comprendido lo que
decía el que hablaba.
4. Dejar las pausas para animar al que
habla a que lo siga haciendo. No llenar los silencios.
5. No desplazar el centro de atención de la
conversación del que habla, mostrando desacuerdo o hablando de uno mismo.
6. Formular preguntas abiertas para animar
al que habla a continuar hablando.
7. Resumir o reafirmar, de vez en cuando, lo que dice el que habla para
mostrar que le hemos entendido.
8. Responder a los sentimientos que parecen
estar detrás de las palabras. Mostrar que se comprende cómo se siente el que
habla.
Después evidentemente nos intercambiábamos
los roles hasta que todas hubiéramos pasado por todos los papeles a desempeñar.
Pues bien, mi grupo estaba formado por
Esther Medina, Ana Leonor García y yo, Lidia Victoria. Yo comencé hablando,
Esther era quien me atendía y seguía mi conversación, mientras que Ana Leonor
anotaba lo que creía conveniente de ambas. El tiempo de duración que teníamos
que permanecer hablando era de unos veinte minutos aproximadamente.
Sinceramente, cuando me tocó hablar, lo
llegué a pasar un poco mal, pues con mi compañera Esther no tengo apenas
confianza, sólo hemos coincidido en alguna que otra clase, pero nada más, y me
costaba bastante comenzar un tema de conversación y prolongarlo, a pesar de que
Esther me daba continuamente feedbacks, me respondía siempre con un “sí” o
asistiendo con la cabeza, también me formulaba preguntas abiertas con el
objetivo de animarme a seguir hablando e incluso era ella quien me sacaba otro
tema de conversación cuando ya finalizaba el anterior.
Me resulto bastante difícil por tanto
mantener una conversación en la cual la que tenía que hablar en todo momento
era yo durante veinte minutos, y además con la presión de que otra persona está
observándote y anotando cada uno de tus gestos. Quizás sentí algo de vergüenza
y nerviosismo, puesto que además de que soy una persona bastante tímida y
reservada, como ya he dicho no tenía apenas confianza con Esther, por lo que se
me hizo bastante largo el tiempo que tuve que permanecer hablando, aunque tengo
que reconocer que Esther me ayudó muchísimo, como ya he comentado antes. Puede
que si no se tratara de una dinámica, ambas nos hubiéramos puesto a hablar sin
parar sobre cualquier tema, probablemente del conservatorio, como nos ha pasado
en alguna que otra ocasión, pero el hecho de que sea “impuesto” tener que
hablar con una persona durante veinte minutos sobre algo se me hizo bastante
difícil.
Ana, como observadora, pudo comprobar que
Esther mantuvo en todo momento el contacto ocular conmigo, algo que a mí me
cuesta un poco más debido a mi timidez. Observó también que me costaba mantener
un tema de conversación durante un período de tiempo y que necesitaba la ayuda
de Esther en cuanto a que me formulara preguntas abiertas o resumiera o
reafirma de vez en cuando lo que yo decía, mostrando así que había entendido lo
que le explicaba. A su vez, Esther dejaba pausas y no llenaba mis silencios,
para así intentar que yo siguiera hablando, y si veía que no, ella se lanzaba a
sacar un tema de conversación de nuevo.
Sin embargo, me pasó algo curioso que nos
ocasionó alguna que otra risa a todas, y es que, cuando nos intercambiamos los
roles y yo debería atender a Ana, me pasó totalmente lo contrario, pues
finalicé hablando yo y Ana escuchándome, fue algo muy gracioso. Esther, que era
la observadora, me vio mucho más relajada, quizás porque con Ana sí he
coincidido en más ocasiones y tengo más confianza con ella. El tiempo que
permanecí atendiéndola, mantuve en todo momento el contacto ocular, sobre todo,
asentía mucho con la cabeza, o hacía pequeños comentarios o palabras que
confirmaban que la estaba oyendo y estaba comprendiendo lo que me estaba
diciendo. Aquí me sentí mucho más segura y relajada.
Finalizamos siendo yo observadora de
Esther, que era la que hablaba, y Ana quien la atendía. Observé en las dos
chicas un contacto ocular en todo momento y mucha tranquilidad por parte de las
dos, ya que Esther hablaba muy relajadamente y no dejó de hablar en ningún
momento, además lo hacía siempre de manera muy sonriente. Por otro lado, Ana la
escuchaba atentamente, afirmaba de vez en cuando con la cabeza, aunque quizás
más que asentir con la cabeza, solía decir: "Sí",
"Claro", etc. También, formulaba muchas preguntas, manifestando
su curiosidad por lo que Esther le estaba contando y reafirmaba en ocasiones
mostrando que lo estaba entendiendo todo. Esther gesticulaba con frecuencia con
sus manos y cuerpo, mientras que Ana es mucho más pausada. Ambas, se expresaban
muy correctamente. En este momento fue cuando más disfruté, pues como ya he
dicho en otra de las dinámicas, me gusta mucho observar a las personas.
Fue una dinámica también muy entretenida y
sobre todo, la puesta en común de todos los grupos una vez finalizamos todos
los roles cada una, fue lo que más me gustó, pues cada una expusimos lo que
habíamos observado y lo que habíamos sentido en cada uno de nuestros roles, fue
una experiencia muy interesante, a pesar de que al principio me resultó un
tanto compleja.
Con esta dinámica, deduzco que la finalidad
principal sería la de aprender a escuchar a nuestras compañeras, pues considero
que aprender a escuchar es una tarea pendiente aún que tenemos los seres
humanos, puesto que es uno de los aprendizajes más difíciles con los que se
encuentra una persona a lo largo de su vida. Es importante aprender a saber
cuándo debemos callar, cuándo debemos escuchar, cuándo debemos pensar, etc.
Precisamente una frase que dijo una vez un profesor que tuve en la escuela y
que se me quedó marcada fue la siguiente:
“El problema de hoy en día es que la gente
no escucha para comprender, sino para responder”, frase con la cual estoy totalmente de acuerdo, pues hay muy pocas
personas que saben escuchar. Yo personalmente, me considero una persona que sí
sé escuchar, y además me gusta mucho pensar las cosas antes de responder algo
mal o responder algo de lo que quizás después me pueda arrepentir.
En mi opinión, la considero una muy buena
actividad a realizar en las aulas, enseñando a los niños desde edades tempranas
la importancia de la escucha a compañeros, familiares, amigos, etc.
6. Feedback en la comunicación.
Esta dinámica quizás sea la que más me ha
hecho reflexionar como futura docente y explicaré mis razones de ello a
continuación.
La dinámica comenzó con Sara como
voluntaria para colocarse de espaldas a nosotras y tener que explicarnos una
figura geométrica que las demás tendríamos que dibujar, tan sólo atendiendo a
las explicaciones que ella nos diera.
En la primera parte de la dinámica, tal y
como acabo de decir, Sara se encontraba de espaldas a nosotras para proceder a
la explicación del dibujo, mientras el resto teníamos un papel y bolígrafo a
mano y tendríamos que atender en todo momento a ella y sus explicaciones para
poder lograr dibujar la figura que Sara nos indicaba, con la pauta de que no
podíamos preguntarle absolutamente nada, ni siquiera hablar, sólo atender a sus
explicaciones.
Creo que esta primera parte de la dinámica
fue un poco “caos”, pues no respetamos la pauta de “no hablar” y “no
preguntar”, por lo que Sara no se limitaba a darnos las explicaciones que creía
conveniente, sino que se dejaba influenciar por nuestros comentarios y volvía a
repetir las pautas para aclararnos, algo que no se debería hacer.
Como resultado de esta primera parte, la
mayoría del grupo no acertó del todo en la figura a realizar, algo lógico
supongo, pues no podíamos realizar ninguna pregunta, sino dibujar aquello que
cada una interpretáramos.
Pasamos a la segunda parte de la dinámica,
y esta vez, la guía se colocó frente al grupo de clase, pudiendo éste realizar
las preguntas que necesitara para que Sara nos aclarara las dudas.
El resultado aquí fue bastante mejor,
prácticamente todas realizamos el dibujo tal y como era.
¿Qué ocurrió en la primera parte de la
dinámica? Pues bien, Sara, que en este caso era
la guía, sólo se limitaba a realizar las explicaciones, y nosotras a recibirlas
y cada una realizar lo que interpretáramos, por lo que el resultado fue
bastante negativo, ya que ninguna hizo la figura tal cual era, a pesar de que
no lo hicimos del todo bien, pues hablamos durante el proceso, algo que no se
podía hacer.
En este caso, lo que ocurría es que
no había feedback en la comunicación, pues el grupo no podía realizar ninguna
pregunta, y por tanto Sara aclarar las dudas que nos surgieran. Aplicándolo al
ámbito educativo, y más concretamente a una clase de danza, diremos que este
sistema será más fácil, pero menos productivo, pues en una enseñanza donde no
hay feedback, es decir, comunicación entre profesor-alumnos, se trata de una
comunicación unidireccional y esto es una manera de desatender al alumnado, por
lo que se trataría de un docente pésimo.
Por ejemplo, es algo muy común en una clase
de danza que un profesor/a no corrija durante todo el curso al alumnado, pero
cuando llega final de curso, o un examen, comunica que no están colocados, o que
hacen algo mal. La pregunta del alumnado es: ¿por qué no me lo ha comunicado
antes? Es ahí cuando no existe feedback en la comunicación. Considero que la
mayor parte de los problemas que encontramos en un aula entre profesor-alumno
es por falta de comunicación, y es algo esencial para que el aprendizaje fluya
de una manera efectiva.
¿Qué ocurrió en la segunda parte de la
dinámica? Aquí sin embargo, sí hubo feedback en la
comunicación, pues para empezar, Sara se colocó frente a nosotras, algo muy
importante para que se pueda producir una comunicación, y pudimos preguntar las
dudas.
El resultado aquí fue muy efectivo,
todas realizamos la figura correctamente gracias a que todas las dudas
planteadas fueron resueltas.
Por lo tanto, la finalidad de la dinámica y
como conclusión de ésta aplicándola al ámbito educativo, será concienciar de la
importancia del feedback en la comunicación, y sobre todo en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, pues si el docente se limita a dar las clases y el
alumnado a recibir y copiar conceptos, es decir, no hay feedback, la enseñanza
será más rápida, pero no habrá efectividad. Por lo tanto, es preferible que la
enseñanza sea más lenta pero productiva, es decir, quizás haya interrupciones en
las explicaciones debido a que se permite al alumnado preguntar dudas y el
docente resolverlas, será una enseñanza más lenta sí, pero de esta forma habrá
un aprendizaje, un entendimiento y una asimilación de los conceptos, de otro
modo, no serviría de nada.
He ahí la importancia como docentes de
siempre interesarnos y preocuparnos de que nuestros alumnos han comprendido las
explicaciones dadas: “¿Os habéis enterado?, ¿Alguna duda?” y
evidentemente, también es importante que haya una respuesta por parte del
alumnado, que a veces, suele pasar que no la hay, y realmente no nos hemos
enterado.
7. La clínica del rumor.
Comenzábamos todo el grupo fuera del aula,
tan sólo una chica tendría que quedar dentro junto con la profesora. La
profesora le leyó un texto y a continuación, fuimos pasando una a una dentro
del aula, de manera que la última que había entrado era la que relataba el
texto a la siguiente, y así sucesivamente.
Fue muy gracioso comprobar que, tras haber
recibido todas la lectura del texto, cada una había obtenido una información
distinta de la que realmente contenía el texto.
Comprendimos claramente la finalidad de la
dinámica y lo que ella pretendía transmitir, y es que, cuando tiene lugar un
suceso o se quiere transmitir algo, a menudo ocurre que cuando hay mucha
información, dicha información se pierde, pues se cambian unas palabras por
otras, se suprime información, etc., cuando hay menos información, es más
difícil que esto ocurra, pero así es como se crean los rumores, y así sucede en
la vida diaria.
El hecho de crear rumores puede ocurrir de
forma no intencionada, pero también puede ocurrir de manera intencionada, como
por ejemplo pasa en los colegios con el bullying.
Es importante saber que cuando haya un
rumor, lo mejor es ir a la fuente primaria, pues con esta dinámica hemos
vivenciado cómo la información se distorsiona a partir de la interpretación que
cada uno quiera darle. Personalmente, esta dinámica me ha hecho reflexionar
mucho sobre el daño que pueden llegar a ocasionar los rumores cuando se trata
de personas.
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